Manifiesto al Verde 2012

Bogotá, D.C., Enero 18 de 2012

 
Señor
 
LUIS EDUARDO GARZÓN
Presidente Vocero
PARTIDO VERDE
Ciudad
 
Apreciado Lucho:
Aunque ya han transcurrido 18 días de este año 2012, esta semana  puede considerarse, por razones culturales, la primera  del año. Muchos  colombianos y colombianas hemos regresado de unos días de descanso en compañía de nuestras familias y seres queridos, de la celebración de las fiestas de la Navidad y el Año Nuevo,  nos aprestamos para retomar nuestras actividades  y para enfrentar los retos que en lo personal,  social y político, nos plantea una realidad tan  compleja como la de  nuestro país.
 
Quiero aprovechar entonces este momento tan lleno de significado para expresar a Usted, y por conducto suyo a los demás directivos de nuestro Partido Verde, un especial saludo y mis mejores deseos por su bienestar. Deseo que este año esté lleno de realizaciones en todos los campos. También en  nuestro quehacer como organización que aspira a  orientar el futuro de esta Colombia que tanto queremos.
Claro está que muchas personas han tenido que continuar con sus actividades profesionales y con sus oficios, tan  necesarios para garantizar el bienestar de quienes hemos podido tomar un breve descanso que ahora termina.
 
Y no se me escapa que las autoridades locales, muchas de las cuales encabezan   mujeres  y hombres afiliados o apoyados por el Partido Verde, han estado haciendo enormes esfuerzos por integrar los equipos de gobierno, por definir las líneas que orientarán su gestión, por asumir sus tareas de representación ciudadana y por contribuir en la elección de las autoridades encargadas del control fiscal y disciplinario en los niveles territoriales de la Administración.
 
Señalaba que la realidad de nuestra ciudad, de Colombia y del mundo está marcada por signos de problemas que merecen atención y debate públicos. La situación económica mundial parece empeorar a medida que bajan las calificaciones de riesgo que las firmas especializadas dan a la deuda de los países, en especial los  de la zona euro. La caída de las bolsas, los despidos masivos y las proyecciones a la baja en el crecimiento económico surgen como consecuencias directas de tales pronunciamientos. ¿Cuánto tiempo tardará en llegar a nuestras costas el impacto de este “tsunami” económico? ¿ Cómo vamos a enfrentar las posibles caídas en la demanda de nuestros productos de exportación, o la realidad del desempleo de los millones de colombianos que viven en Europa como migrantes económicos? En países vecinos como el Ecuador el gobierno ha puesto en marcha una fuerte política de apoyo al retorno de los migrantes.  Me pregunto de nuevo : ¿Será necesario que nosotros avancemos en esta misma dirección?
 
El tema de la seguridad y la gobernabilidad en amplias regiones de Colombia llegó a la primera plana de los periódicos de la mano del paro armado decretado por los “Urabeños”. Este  hecho ha puesto de presente la realidad estructural que viven amplias regiones del territorio nacional en donde además de ser  muy débil la presencia institucional del Estado,  alianzas entre paramilitares ,empresarios, políticos y en ocasiones miembros de las Fuerzas Armadas, han querido sustituir sus funciones y hacer reinar la ilegalidad en estos lugares.  
 
También considero que de manera errónea, se ha   querido suplir esta ausencia de Estado, con el despliegue masivo de tropas que en ocasiones  se comportan como  un  verdadero ejército de ocupación. ¿Cuándo, y de la mano de quién llegarán a estas regiones apartadas de nuestra geografía las instituciones de atención a la salud y la educación de la población, las de  servicios públicos esenciales,  protección de la niñez, la familia y la tercera edad? ¿Cuándo se harán realidad las obras de infraestructura que conecten gentes y mercados? ¿Cuándo se garantizarán plenamente  a todas las colombianas y colombianos el  derecho a la Vida, a la integridad y libertad personales, a los Derechos Humanos?
 
De los hechos esbozados en el párrafo anterior surge también el interrogante  ¿quién habrá de garantizar la aplicación de la Ley de Reparación de víctimas y de restitución de tierras en las amplias regiones que permanecen aún bajo el dominio de las fuerzas paramilitares que hicieron del desplazamiento y del despojo de la tierra un arma en su lucha contrainsurgente y por el control del territorio y sus riquezas? Y cuál es el Estado que habrá de asumir el enorme reto de mediar en los conflictos a que da origen la explotación de los recursos minerales, forestales, paisajísticos, entre otros que existen en abundancia en las zonas bajo el control de facto de las hoy  llamadas “Bacrim”.
 
Un Partido como el nuestro, el Partido Verde, que nace como alternativa a los partidos tradicionales que han monopolizado por décadas el control de los niveles centrales de gobierno tiene el deber de plantear alternativas de solución a éstos y otros problemas no menos apremiantes.
 
Lamentablemente la cultura política en Colombia propicia que el debate sobre los grandes problemas de la sociedad, incluidos los del desempleo, la pobreza, la miseria y la exclusión social, la violencia intrafamiliar, la degradación medioambiental, etc. no se debatan con fuerza sino al ritmo de los calendarios electorales. Ya hace décadas que los partidos tradicionales perdieron su identidad ideológica, aplastada por la “lógica” de la transacción burocrática y el cogobierno sin responsabilidades claras.
 
Considero que los  partidos alternativos tenemos el deber y la oportunidad de contribuir a la búsqueda de soluciones a tan graves problemas, acudiendo en nuestro caso  a los conocimientos y  experiencia de muchos de los integrantes del Partido Verde,  a las organizaciones y   los movimientos sociales, quienes con su compromiso indeclinable con los principios de equidad,  transparencia y ética pública, contribuyen a hacer realidad el Estado Social de Derecho en Colombia. 
 
Para fortuna de todos y todas, los pronunciamientos hechos tanto por el Gobierno como por la comandancia de un importante sector de la insurgencia hacen albergar esperanzas de que algún día podamos los colombianos y colombianas vivir en un país en donde la violencia política generalizada sea tan sólo un recuerdo de tiempos idos. La Paz en Colombia es posible. La paz en Colombia es urgente. Pero la Paz requiere, y usted lo sabe muy bien,   que para que  sea verdadera y durable, debe ir  más allá de unos acuerdos entre el Estado y los grupos armados ilegales . La Paz exige, como lo estamos viviendo hoy, que haya conocimiento sobre las responsabilidades en los crímenes de lesa humanidad cometidos en medio de los horrores de la guerra. Requiere un compromiso indeclinable con las víctimas, con el restablecimiento pleno de sus derechos.
 
La Paz requiere de garantías de no repetición, lo cual sólo será realidad si se enfrenta con decisión todas las formas de violencia en Colombia, en especial todas las formas de violencia armada. La Paz en Colombia no puede ser entendida como ausencia de conflictos. En una sociedad plural habrá siempre conflictos en torno al acceso, uso  y preservación de los recursos; a la expresión de las identidades; a los valores de las distintas culturas ; a los distintos caminos para alcanzar la paz. Pero los conflictos en una sociedad verdaderamente democrática, esto es en la cual el Estado busca ser el garante de los derechos y protector de los intereses de la mayoría de la población, no tienen porque desbordarse en violencia que destruya vidas.
 
La construcción de esa sociedad democrática en sentido auténtico pasa no sólo por el respeto a las reglas de juego electoral, sino que conlleva la puesta en ejecución de una profunda agenda social que saque  de la pobreza y la miseria,  a miles de familias y  poblaciones que han vivido en la exclusión  de generación en generación. 
 
Mi invitación entonces, Lucho y demás compañeros de la Dirección Nacional del Partido Verde es que a la par de avanzar en el proceso de institucionalización de nuestra organización en el nivel regional y municipal, aprovechemos las enormes capacidades de nuestros dirigentes, afiliados y simpatizantes para definir una agenda programática, centrada en lo social, que sirva de hilo conductor y de terreno fértil a la búsqueda de una Paz negociada en Colombia. Esa agenda que tendríamos que construir con otros sectores sociales y políticos haría posible definir con  mayor claridad, la participación de los Verdes en el gobierno de Unidad Nacional de Santos. Ella ayudaría también a delimitar las responsabilidades políticas derivadas de tal hecho.
 
La justicia social es el nuevo nombre de la Paz. Y nuestro partido, el Partido Verde, ha dicho y hecho mucho en este campo. Los Gobernadores, Diputados, Alcaldes y Concejales elegidos a nombre o con el apoyo de nuestro partido habrán de contribuir en este propósito. Y nosotros, como directivos de una organización que aspira a orientar el destino de esta compleja y hermosa sociedad de la que hacemos parte, tenemos el deber y la oportunidad de impulsar un debate amplio, serio, documentado, democrático y propositivo en torno de los temas que aquí se mencionan y de otros que podamos acordar en las instancias apropiadas.
Reciban entonces, Lucho y demás compañeros y compañeras de la Dirección Nacional del Partido Verde, un especial saludo y esta propuesta para avanzar en la construcción de una alternativa política para una Colombia en Paz.
 
Sinceramente,
 
ÁNGELA MARÍA ROBLEDO GOMEZ.
Representante a la Cámara por el Partido Verde.
Enero 18 de 2012. Bogotá. D.C

Leave a Reply