Luz en la penumbra

Hace poco el Gobierno Nacional expidió una serie de decretos de la Ley 1257 del 2007, ley mediante la cual se adoptan normas de sensibilización, prevención y sanción de formas de violencia y discriminación contra las mujeres.

Para quienes no están familiarizados con este lenguaje técnico, cabría señalar que un decreto reglamentario es aquel que adopta disposiciones precisas que hacen posible el cumplimiento de una ley que, por su naturaleza, debe ocuparse de señalar los grandes principios y propósitos, al igual que definir el marco general de las competencias en relación con las funciones que ella asigna. La ley establece el qué, el para qué y el quién, y los decretos se encargan de precisar los cómos.

Si bien debemos celebrar que se hayan dictado estas medidas para hacer operativa la ley que busca convertir en realidad la igualdad de derechos entre los géneros, cabe señalar que fue muy larga la espera. Así lo denunciaron las organizaciones de mujeres, al igual que sectores comprometidos con hacer de la igualdad una realidad actuante en la vida de los y las colombianas. 

En una sociedad patriarcal como la nuestra, son muchas y diversas las formas de discriminación en contra de las mujeres. Su ingreso promedio es un 25% menor que el de sus compañeros hombres con igual nivel de formación, experiencia y responsabilidades. La tasa de desempleo femenino es casi el doble que la masculina, en especial mujeres jóvenes. La doble jornada, que cubre el trabajo fuera y dentro de la casa, conlleva a que la mujer trabaje casi once horas más a la semana que los hombres. En muchas ocasiones estas tareas relativas al cuidado doméstico ni siquiera se reconocen. Recordemos aquella pregunta que le hace un niño a su compañerito: ¿y tu mamá que hace? Nada, responde el niño, ella se queda en la casa.

En el Congreso resulta notoria la baja presencia de las mujeres, solo ocupamos un 15% de los cargos de representación. Las mujeres que me acompañan en esta tarea, y quienes nos han antecedido, pueden dar fe de lo difícil que resulta abrirse espacio en un ambiente tan machista. 

De todas las situaciones de discriminación que enfrentamos las mujeres en Colombia, quizás sea la de la violencia en sus distintas manifestaciones aquella contra la cual debamos luchar con mayor resolución. Como muestran las cifras disponibles y no enteramente confiables por razón del sub-registro, es ésta una realidad cotidiana que se vive al interior de las relaciones afectivas, en el hogar, en la penumbra de las habitaciones en donde transcurre la vida íntima de las parejas.

Las cifras de la encuesta en Demografía y Salud muestran que en Colombia, una de cada tres mujeres (39%) ha sido agredida físicamente por su pareja o expareja; 76% de las mujeres víctimas de violencia física no asistieron a ninguna institución a denunciar el maltrato, ellas tienen miedo; 6% de las mujeres reportaron haber sido forzadas a tener relaciones sexuales; 66% de las mujeres afirman que sus esposos o compañeros ejercían situaciones de control sobre ellas.

Esta situación de discriminación constituye un verdadero intolerable para una sociedad democrática. Y por ello resultan tan importantes las disposiciones reglamentarias adoptadas.

En el ámbito laboral, el Decreto 4463 de 2011 establece las acciones necesarias para promover el reconocimiento social y económico del trabajo de las mujeres, crea mecanismos para hacer efectivo el derecho a la igualdad salarial y erradicar todo acto de discriminación y violencia. El 4796 de 2011, para Salud, define las acciones necesarias para detectar, prevenir y atender integralmente a través de los servicios que garantiza el Sistema de Salud a las mujeres víctimas de violencia y hacer efectivos sus derechos. 

Complementan este paquete de medidas los Decretos 4798 de 2011, que busca generar ambientes educativos libres de violencias y discriminación; y el 4799 de 2011 que busca remover los obstáculos que impiden el acceso de las mujeres a la justicia 

Para que la luz ilumine los rincones y ahuyente los fantasmas de una historia marcada por el machismo y la discriminación, se requiere ahora apropiarnos de la Ley, generar un cambio cultural, un cambio en los hábitos y en la conciencia de nuestra sociedad. He ahí el reto.

Columna de opinión para el periódico La Patria

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