La exclusión de las mujeres niega las democracias

Un avance determinante que se promovió con el surgimiento de las democracias fue  haber reconocido la inclusión, la voz de la ciudadanía  y proponer como un  intolerable, la existencia de asimetrías sociales, cualquiera que éstas sean.

Pues bien, si evaluáramos la democracia colombiana, y en general las de América Latina  con estos criterios, seríamos una democracia ficticia o de papel, por decir lo menos. 

Somos el país más desigual de Latinoamérica y estamos entres los primeros cuatro del mundo. La mayoría de colombianas y colombianos no tienen capacidades para hacer y ser lo que quieren hacer y ser.  Para el 2008, el 0,5 % de los terratenientes tenían más del 60% de las tierras, esta situación no ha cambiado. El 13% de l@s colombian@s están sin empleo. El 46% de las personas que viven en este país están en la pobreza. Los colegios privados (según resultados del ICFES) son tres veces mejor que los colegios públicos, uno de cada tres adolescentes de 16 años no está en educación media. De igual manera la brecha en educación básica entre la zona rural y urbana es mayúscula ¿Permite esta situación hablar de una democracia real? ¿Es tolerable esta situación?

Ahora, si ponemos una lupa sobre la situación de las mujeres en Colombia notamos que las asimetrías son extremas. En otras palabras, que el 52% de la población colombiana está sujeta a una gran exclusión. La mayoría de las mujeres vive como las minorías excluidas: sin garantía de derechos, con violaciones permanentes a sus derechos humanos más fundamentales y con espacios laborales, sociales y políticos excluyentes.

Basta tomar aleatoriamente algunos datos para evidenciar estas asimetrías:

  • ¬Violencia: Del total de casos de violencia entre pareja, el 89% de las víctimas son mujeres y una de cada tres mujeres (39%) ha sido agredida físicamente por su pareja o ex pareja (Medicina legal). 
  • ¬Conflicto armado: La mitad de las víctimas del desplazamiento son mujeres, madres cabeza de familia, que sufren el destierro, desarraigo, abandono y el yugo de la violencia. Muchas son violadas y casi la totalidad queda sin tierras; “como víctimas sobrevivientes se ven obligadas a enfrentar cargas materiales y psicológicas extremas, ya que deben asumir de forma abrupta roles familiares, económicos y sociales distintos a los acostumbrados.” (Guzmán, Diana & Uprimmy, Rodrigo. “Restitución de tierras  para las mujeres víctimas del conflicto armado”) 
  • ¬Empleo: El desempleo de las mujeres es casi del doble que el de los hombres.
  • ¬Ingresos: El nivel de ingresos de las mujeres es inferior en un 20% al de los hombres, para igual nivel de educación y experiencia. 
  • ¬Participación Política: Colombia ocupa en América Latina los últimos lugares de participación política de mujeres. Comparte al igual que la República del Congo, el puesto 110 entre 134. En el Senado el 17% son mujeres, en la Cámara el 13%, en los concejos el 4%, en las Asambleas Departamentales el 17%, en las Alcaldías el 9%. En 17 departamentos no ha sido elegida ninguna mujer en la Cámara de Representantes. En 11 departamentos no existe una mujer diputada. 

Gran parte de los anteriores datos están registrados en las Bases del Plan de Desarrollo de 2010-2014. Esto para señalar que el diagnóstico del Plan de Desarrollo sobre género y  mujeres es juicioso. Señala con claridad estas asimetrías y en algunos casos plantea objetivos y estrategias al respecto, sin embargo, las acciones específicas que se planean no corresponden con las asimetrías identificadas o no están señaladas, quedan ambiguas y no se cuantifican ni se delimitan. No hay indicadores dirigidos a impactar y evaluar el Plan y sus programas. En otras palabras ¡No hay una política pública seria, precisa y concreta que asuma este tipo de exclusión social! Peor aún y más grave, es lo que respecta al nimio presupuesto asignado: se trata tan sólo de un 0,01% del total del presupuesto del Plan de Desarrollo.  Es el rubro más bajo de todo el presupuesto. Cabe entonces preguntarse: ¿Cómo pretendemos garantizar derechos y disminuir desigualdades, sin políticas ni recursos? 

Por otro lado, las mujeres desplazadas están ausentes en el Plan de Desarrollo. No se plantea una solución a la tragedia que viven millones de mujeres desplazadas y víctimas del conflicto. En particular, la política debería garantizar los derechos de las mujeres y de las mujeres desplazadas.

En conclusión, no estamos asumiendo la enorme asimetría de las mujeres, es hora de dar la discusión nacional al respecto, formular políticas públicas y enfrentar a fondo esta inequidad. Un país que olvide a las mujeres y que las excluya es un país que dinamita su propia democracia. 

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