La educación es el camino

Como lo decía nuestro maestro Carlo Federici Casa, “educar” es el acto humano por excelencia. El proceso de educar y de educarnos, que por supuesto tiene lugar no sólo en las aulas de la escuela, sino a lo largo de toda la vida,  permite transformarnos en ciudadanos y ciudadanas, para hacernos  cargo de nosotros mismos, de los otros y del mundo. A partir de las  múltiples interacciones que propicia la educación, cincelamos nuestros rostros y construimos con los demás un lugar en el planeta.

Durante la pasada campaña presidencial Antanas Mockus resaltó de mil maneras la importancia de este proceso. Dijimos entonces: “La educación y el cambio de nuestros comportamientos son los fundamentos para construir entre todos una Colombia justa, pacífica, respetuosa de la ley y los derechos, innovadora, productiva y próspera”. 

Y si bien la educación colombiana enfrenta múltiples tareas, entre  la  de fortalecer sus relaciones con el mundo del trabajo  y contribuir a hacer de Colombia un país más productivo, en mi concepto,  su mayor  reto consiste   en sentar las bases para  una sociedad más democrática, más  justa e incluyente. Nuestro proyecto educativo, se confunde con nuestro proyecto de sociedad. Y hoy  me pregunto, cuál podría ser el camino para lograrlo? Consciente de  la complejidad de la respuesta, arriesgo al menos  enunciar cuatro  tareas que considero inaplazables .La primera, reinventar de manera colectiva  un relato común de país,  un relato en el cual a partir de nuestras  múltiples voces, nos podamos sentir reconocidos en nuestras biografías  y  de esta forma comprometernos profundamente con la historia  y la geografía de nuestro país. La segunda,  reconfigurar los referentes materiales y simbólicos de las prácticas a partir de las cuales cuidamos y respetamos la vida en diversas sus  manifestaciones ,  deslegitimando  así , todas las  formas de violencia. La tercera tarea tiene relación con   la capacidad  que debe tener el proceso educativo para  conectar las preguntas que desde pequeños formulamos  a partir de nuestra cotidianidad, como aquellas de ¿ por qué se mueve la luna?  ¿dónde nace el arco iris?  ¿por qué si todos somos seres humanos, nos comportamos de forma tan diferente? ¿de dónde provienen mis miedos? Con la creación de  complejos conocimientos de  física,  antropología,  psicología, entre otros. Como lo dice bellamente William Ospina “Si uno sale del colegio para entrar en la ciudad, en el campo o en la noche estrellada, eso equivale a decir que uno a menudo sale de las aulas para entrar en la sociología, en la botánica o en la astronomía”

 La  cuarta tarea tiene relación con los procesos de formación para  la solidaridad y para la justicia. Solidaridad entendida como la capacidad de “des-centarnos”, de salir de sí mismos para sentir con el otro. Solidaridad que nos permita compartir en medio del dolor y también de la alegría. Y la  formación para ser justos y trabajar por la justicia, es decir para contribuir al establecimiento de un país donde colombianas y colombianos  vivamos con dignidad .No podemos estar bien, cuando tantos de nosotros viven mal. 

Como resulta claro para cualquier observador juicioso de nuestra realidad, para reducir las intolerables brechas de desigualdad y de exclusión que subsisten entre nosotros es imperativo, entre otras cosas, crear oportunidades para que cada día más niños, niñas y jóvenes  accedan a una educación pertinente y de calidad. Soñamos, y ese sueño se ha hecho un sueño de un colectivo que crece día tras día, con un país de oportunidades en donde la educación se convierta en un proceso  eficaz para hacer posible la movilidad social. Colombia ha fracasado de manera estruendosa, en sus esfuerzos  por generar mayor igualdad en el acceso a medios productivos, en los modelos de tenencia y uso de la tierra. Por ello la educación puede convertirse en un proceso fundamental para promover la justicia social.

En Colombia, la educación es un derecho, un derecho fundamental  que debe ser garantizado de manera corresponsable  por el Estado, la familia y la sociedad.  Es nuestro deber como ciudadanos y ciudadanas  colombianas  defenderlo, es a través de la educación como nos hacemos humanos, demasiado humanos. 

Columna de opinión publicada en el periódico La Patria

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