Alvaro Uribe y el “Uribismo” no tienen nada que ofrecerle a Bogotá ni al Partido Verde

Frente a la situación planteada, queremos reiterar con total claridad que estamos convencidos de la urgencia de trazar una clara distancia con prácticas del gobierno Uribe como las denominadas yidis-política, parapolítica, chuzadas, falsos positivos y agro-ingreso seguro, entre otros.  

Nada puede aportar el Uribismo a la búsqueda de una salida a la crisis en que se encuentra Bogotá. En el campo de la seguridad, Bogotá, y el país están evidenciando los límites de la estrategia de “seguridad democrática”. Las cifras señalan preocupantes tendencias en materia de in-seguridad, particularmente en las ciudades donde se ha registrado un incremento en el número de homicidios.

El General Naranjo señaló que las denominadas Bandas Criminales Emergentes, o el viejo paramilitarismo reinventado, como la mayor amenaza al orden público. La pregunta es: ¿es este modelo de seguridad democrática  la fórmula  que debemos adoptar en Bogotá?

Tampoco en materia social resulta útil el modelo “Uribista”. En este campo, la promoción de la cohesión social se limitó a operar una serie de “redes” que buscaban, más que permitir que una buena parte de la población saliera de la pobreza por la vía de la educación y del empleo de calidad, evitar que se hundieran irremediablemente en la miseria. Familias en acción; cupos educativos en el SENA sobre cuya pertinencia y calidad nunca se han rendido cuentas; programas asistenciales en materia de nutrición que en muchos casos terminan por privar a las comunidades de sus capacidades endógenas para mejorar su calidad de vida. Todas ellas bajo el control directo, sin mediación institucional, de una figura providencial, omnisciente y omnipresente.

Bajo el gobierno Uribe la Cohesión social nunca fue entendida, ni promovida, como la creación de condiciones que hagan posible la incorporación en los beneficios de la ciudadanía social – mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos de los barrios, zonas y regiones  más pobres; posibilidades de trabajo e ingresos de los grupos más vulnerables; desarrollo de capacidades y aumento de las oportunidades para los más pobres – de millones de colombianos y colombianas que aún se encuentran excluidos de la misma.

Tampoco se asumió la política social como un proceso de lucha frontal contra las redes clientelistas que perpetúan relaciones desiguales entre grupos necesitados y dispensadores de favores que amarran reciprocidades electorales. Ni se entiende como la promoción de un “capital social positivo”, esto es, la promoción de relaciones de confianza y de cooperación entre los ciudadanos y ciudadanas de manera tal que se promueva no solo el crecimiento económico, sino la inclusión, la equidad y la participación.

Por fortuna para nuestra Bogotá, la ciudadanía ha demostrado que es capaz de discernir entre las distintas opciones políticas que se le presentan. Los bogotanos y las bogotanas no queremos que se nos ofrezca “vino viejo en odre nuevo”. Queremos una relación clara y transparente con nuestros dirigentes, con nuestros voceros y representantes. Solo así podremos reconstruir la confianza, tan menguada hoy en día, en nuestras autoridades.

Desde hace ya muchos años, en mi ejercicio como mujer de la academia, como activista de distintas Organizaciones no gubernamentales, como lidereza social y política que ha buscado representar el pensamiento de los miles y miles de jóvenes que rompieron su apatía frente a la política para participar de manera activa, innovadora, generosa y esperanzadora en la pasada campaña presidencial y que hoy reclaman que los candidatos y las candidatas a los cargos de elección popular sean y se mantenga verdes, quiero hacer una invitación pública para que nos unamos en una campaña fuerte de rechazo a toda conducta política que se aleje de nuestros principios. Digamos todos a una voz que esas prácticas no nos comprometen, que esas palabras no nos interpretan. Que quienes las pronuncian y las realizan lo hacen por su propia cuenta y riesgo.

 

¡NO EN MI NOMBRE SE NEGOCIAN LOS PRINCIPIOS!

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