Niñez Indígena: Dulce semilla que teje futuro

Niñez Indígena: Dulce semilla que teje futuro

El pasado primero de octubre llevamos a cabo en el Congreso de la República un coloquio que denominamos “Niñez Indígena: Dulce semilla que teje futuro”, en un trabajo conjunto con el senador Luis Evelis Andrade, la Organización Nacional Indígena ONIC, DNI y FUCAI, que tuvo como propósito contar con un espacio de reflexión sobre los grandes problemas que afectan a los niños y niñas de los Pueblos Indígenas.

Esa dulce semilla representada en la vida del nuevo ser que llega a la familia, a la comunidad, y que hace parte de nuestra sociedad necesita ser cuidada y protegida por toda la población colombiana. Esta semilla, para los pueblos indígenas que residen en 214 municipios, es el vínculo entrañable con la Madre Tierra, es la identidad, es el pilar de su cultura. Son los niños y las niñas a través de quienes se perpetúan sus cantos, los saberes, la magia, las cosmovisiones y la pervivencia de los pueblos indígenas. Nuestro país, pluriétnico y multicultural de acuerdo con la Constitución Política que nos rige, tiene la responsabilidad y el deber ético, social y político impostergable de proteger sus vidas y garantizar sus derechos.

A lo largo del Coloquio pasaron por sus telares, como se denominaron los conversatorios temáticos donde se hiló la palabra, los representantes de las instituciones, los líderes, autoridades y miembros de los pueblos Muisca, Awá, Ingas, Nasa, Wayúu, Ticuna, Siona, Arhuaco, Embera Chami, Sikuani, entre otros, de Unicef, la academia y las organizaciones de la sociedad civil, quienes tejieron sobre temas centrales que afectan la niñez indígena, como la salud, la soberanía alimentaria, la educación propia, las violencias dentro de las familias, el conflicto armado  y en particular la violencia sexual. Contamos con  la figura de las y los veedores, quienes controvirtieron, interrogaron y manifestaron cómo se viven las dificultades desde la cotidianidad de los pueblos en el día a día.  Y es que los niños indígenas representan el 40% de la población indígena, que se estima en 1.378.884 personas (Dane, 2005) y corresponden al 3.4% de la población en el país.

Ellos y ellas expresaron en el Coloquio que quieren vivir en un mundo donde se respire aire puro, donde puedan beber el agua limpia, vivir en armonía con los árboles, las montañas, las flores, los animales y sembrar sus alimentos para comer sanamente. En pocas palabras, piden permanecer en sus territorios para jugar y aprender las lecciones de sus mayores y de la Pacha Mama; quieren sentirse libres cultivando con sus mamás en las chagras, nadando en el río, remando la lancha,  disfrutando los colores del arco iris, moldeando el barro con sus manos para hacer las figuras de sus juegos, bailando sus danzas tradicionales y viviendo en paz. Así nos convocan a sumar esfuerzos para recuperar el territorio deteriorado que les ha sido heredado, a reforestar las montañas y proteger la selva, a descontaminar y proteger las fuentes de agua, a que se les reconozca y respete en la diversidad étnica y cultural.

Para el cierre del Coloquio, en el círculo de la palabra comprometida y enraizada, se establecieron compromisos posibles y verificables, cuyo pacto se selló con cada uno de los niños y las niñas indígenas presentes a través de la entrega de una wayunquera, que es una muñeca hecha a mano por los niños indígenas, que representa sus sueños, sentimientos y su espiritualidad. Es un imperativo, entonces, dada la coyuntura política que nos encontramos, que los nuevos alcaldes y gobernadores que vamos a elegir incluyan como una prioridad, con programas, proyectos y recursos, la atención integral a la niñez indígena en los planes municipales y departamentales de desarrollo, al igual que los gobiernos propios en sus planes de vida y de salvaguarda. 

Para ello es muy importante tener información sobre cuántos niños indígenas hay en sus territorios, de qué comunidades, dónde se encuentran, cuáles son sus condiciones y qué problemática les afecta. Sin duda, es urgente priorizar la niñez indígena para que esa semilla realmente tenga futuro.

COLUMNA PARA EL PERIÓDICO LA PATRIA

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