Por un sistema nacional de cuidados estatal y paritario

Por un sistema nacional de cuidados estatal y paritario

Por un sistema nacional de cuidados estatal y paritario 

Contenido

La Economía del cuidado y la cultura patriarcal de Colombia  2

Sub-virtiendo la cultura partiarcal y revindicando el feminismo. 3

La ley 1413 de 2010: un asomo feminista. 4

¿Qué hemos hecho?. 5

Soñando utopías posibles. 5

A manera de conclusión: a jugársela por el sistema nacional de cuidados. 7

La Economía del cuidado y la cultura patriarcal de Colombia

En la economía del cuidado se juega los roles machistas o, si se saben distribuir dichos roles paritariamente, se apuesta por una verdadera democracia y equidad de género.

En este momento en Colombia la cultura patriarcal nace desde la casa, desde el cuidado de niños y niñas y viejos, desde el cuidado de la vida. Este trabajo lo asumen fundamentalmente las mujeres y no es reconocido, se ha naturalizado creyéndose que es una labor típicamente femenina y que no es productiva y por ende no tiene valor agregado ¡Nada más falso! el 90% de las mujeres trabaja 6 horas al día en trabajo doméstico no remunerado y ese trabajo sustenta la sociedad, sustenta el PIB pues aporta más de 120 billones de pesos anualmente. Ningún sector de la economía tiene este peso en el crecimiento del país: 19% de las cuentas nacionales. Los datos son elocuentes y muestran el machismo que se vive día a día al interior de los hogares y en la sociedad colombiana: según datos de la Encuesta nacional de Uso del Tiempo del DANE, la proporción de mujeres que hacen trabajo doméstico no remunerado es un 43% más alto que la de los hombres (90% vs 63%). Mientras las mujeres, como dije,  dedican 6 horas diarias a este trabajo, los pocos hombres que hacen este trabajo dedican 1:50 minutos. 72% de mujeres suministran alimentos, mientras que sólo el 22% hombres hace esta actividad. Ni siquiera el 10 % de hombres hacen mantenimiento de vestuario y el 40% de mujeres hace esta labor, la brecha es del 300%. Una de cada cuatro mujeres se dedica al cuidado físico y ni siquiera el 5% de hombres hace esta actividad. La brecha es del 475%. Según un estudio realizado por la Universidad de los Andes y liderado por Juan Camilo Cárdenas et alt. “Mujer y movilidad social” publicado en 2013 “El porcentaje de niñas y adolescentes dedicadas exclusivamente al estudio (29%) es menor que el de los hombres en siete puntos porcentuales (36%) [mientras que el porcentaje de niñas y adolescentes dedicadas a oficios del hogar (67%) es mayor que la de niños y adolescentes masculinos (54%). Esto tiene implicaciones directas en las diferencias de género en las posibilidades de acumulación de capital humano de calidad.” Esta brecha se agudiza en estratos altos. Los niños tiene más tiempo para estudiar. Por otro lado, los hogares conformados por una pareja heterosexual agudizan estas brechas y el machismo: “El matrimonio puede ser un obstáculo para la movilidad social de una mujer, al implicar una mayor probabilidad de mantenerse en casa inactiva laboralmente, en oficios del hogar y cuidado de otros miembros.” Ésta falta de paridad es intolerable y afecta la autonomía de las mujeres.

Sub-virtiendo la cultura patriarcal y reivindicando el feminismo

La apuesta acá es sub-vertir este orden establecido, trasgredir la cultura machista y trasladar el peso que tienen las mujeres en el cuidado de la vida a que el Estado asuma dicha responsabilidad, dado que todo trabajo merece ser reconocido, retribuido económicamente y asegurado socialmente. Además de esta faceta de reconocimiento social y redistribución económica, se debe tocar la estructura machista que escinde lo privado de lo público, lo doméstico de lo  político, el oikos del agora. Se debe saber y reconocer públicamente que lo privado, lo doméstico también es político y allí, en esos espacios y relaciones se juega el empoderamiento femenino, se juega la actividad política de las mujeres y su reivindicación por la libertad y la democracia.

La ley 1413 de 2010: un asomo feminista

Los primeros pasos ya se han dado y son cruciales: Gloría Inés Ramírez, amiga, colega y compañera de lucha junto con aquella mujer corajuda Cecilia López crearon la ley 1413 de 2010 «Por medio de la cual se regula la inclusión de la economía del cuidado en el sistema de cuentas nacionales con el objeto de medir la contribución de la mujer al desarrollo económico y social del país y como herramienta fundamental para la definición e implementación de políticas públicas». Esta obra, que no sólo es una obra jurídica sino un dispositivo enorme de cambio cultural, reconoce por primera vez en Colombia el aporte de hombres y mujeres, la mayoría mujeres, a las cuentas nacionales del país. Dentro de los cálculos de las cuentas satélite del PIB ya sabemos cuánto pesa el trabajo doméstico no remunerado en el crecimiento del país. Gracias a esta ley es que pude dar hace algunos minutos  la cifra que dí. Diariamente las mujeres aportan a este país, sólo por trabajo doméstico no remunerado, 0,25 billones, es decir, 250 mil millones de pesos. Cualquier empresa soñaría con tener ese nivel de productividad. Y es una empresa doméstica, cariñosa, de cuidado, legal, donde se juega la ética del cuidado. Ahora, además de esta cuantificación necesaria y fundamental está lo que no se puede cuantificar y que encierra este trabajo: las interacciones diarias de cuidado, el soporte que las mujeres dan a las familias, a los hijos, al hogar, a los enfermos, a la vida; este trabajo sostiene, soporta la sociedad, sin él un país y la vida humana colapsarían en segundos. Es aquel trabajo que no debe ser invisible y que está fundado en el cariño, en aquella cultura femenina de la solidaridad, de lo micro, del dar. El cuidado como dice Rosario Aguirre “El cuidado: comprende las actividades materiales que implican dedicación de tiempo y un involucramiento emocional y afectivo y puede ser realizado de manera remunerada o no.” (Aguirre, 2011)”.  

 Se debe trabajar por la economía del cuidado paritaria, democrática y no feminizada tiene que ser el orgullo de toda sociedad si queremos tener una democracia en paz. Ése es el reto que empieza con este seminario.

¿Qué hemos hecho?

El primer foro que hice como congresista fue sobre la ley de economía del cuidado, noviembre de 2010. Estuvieron Cecilia López, Antanas Mockus, Sergio Fajardo, Javier Pineda, quien siempre nos ha acompañado y acá nos acompaña, Carmenza Saldías, Ana Isabel Arenas amiga del alma y feminista convencida que modera este panel. Fue mi primera acción política de pedagogía legislativa desde el congreso. Mi primera constancia en plenaria fue sobre esa misma ley. Una vez aprobada hice todas las gestiones enmarcadas en la ley para que la secretaría jurídica de presidencia sancionara a la mayor brevedad posible ese tesoro de Colombia. Recuerdo el foro organizado por el DANE donde basada en Nancy Frazer plantee la necesidad de la triada en la economía del cuidado: reconocimiento, redistribución y participación: toda ley futura, basada en la ley 1413 debe tener en cuenta este acorde magnífico.

Soñando utopías posibles

Nos estamos soñando, con Fescol, con las centrales sindicales, con la escuela de economía feminista, con el área de hacienda pública y derecho tributario de la Universidad del Rosario, con Onu Mujeres, la escuela nacional sindical, con el CIDER y con  organizaciones de trabajadoras domésticas una ley que estipule un sistema nacional de cuidados. Una ley feminista que reivindique los derechos de las mujeres y luche por la paridad en los roles del cuidado de la vida. Karina es un vivo ejemplo de que sí se puede, con todos los obstáculos y los caminos venideros, Uruguay nos da ejemplo. La idea en borrador es la siguiente:

¡Lo doméstico también es público y no es exclusivamente femenino!

El objetivo sería pasar de un sistema de cuidado familista: cuidado ofrecido y garantizado por las mujeres a un sistema de cuidados que lo garantiza y provee el Estado en coordinación con la familia y organizaciones sociales. Y así contribuir a modificar los roles que existen al interior de las familias (sobre el trabajo doméstico y la economía del cuidado), y que afectan directamente la autonomía de las mujeres.

En especial la ley buscaría 1) Garantizar un reconocimiento económico justo, vía pensiones o descuento en portes en salud a mujeres que han dedicado su tiempo al cuidado de niños, niñas y/o viejos y/o enfermos 2) Crear un sistema nacional de cuidados interinstitucional en el que los principales responsables serían el Estado Nacional y las entidades territoriales; las instituciones, de diferente índole que puedan contribuir al cuidado de niños, niñas y viejos, deberán hacerlo (Por ejemplo, oferta dentro del bienestar universitario de todas las universidades de guarderías para hijo/as de estudiantes. En todo programa de responsabilidad social de las empresas privadas deberá existir todo un esquema de cuidado para hijos e hijas de los empleados. 3) ¿Crear un Ministerio de equidad de género y cuidado? 4) incluir el trabajo doméstico no remunerado en los indicadores laborales 5) Generar mecanismos y herramientas institucionales para prevenir, denunciar y/o sancionar las lógicas machistas que profundizan una economía del cuidado inequitativa al interior de las familias. Se propone que estás prácticas son discriminatorias e ilegales.

A manera de conclusión: a jugársela por el sistema nacional de cuidados

Agradezco a la Universidad del Rosario por abrir este espacio, en especial a Clara Plazas, a la Escuela Nacional Sindical por haber promovido este encuentro, a Fescol por ese incondicional apoyo que siempre nos ha dado, a Onu Mujeres por haber creído en este sueño y haber puesto su grano de arena, a la mesa de economía feminista por haber organizado y gestionado las discusiones que soportan en gran medida este seminario, al CIDER y en especial a Javier Pineda por expresar las nuevas masculinidades y por ser un aliado incondicional en estas luchas. A la comisión legal de mujeres y un saludo cariños a la representante Flora Martínez quien ha apoyado estas causas desde el primer momento.

Este evento académicamente es fundamental y políticamente es determinante. Tenemos organizaciones sociales, entidades  multilaterales, internacionales y nacionales, universidades y congresistas comprometidas con esta cusa. El reto es grande pero hay que hacerlo. El compromiso que acá vemos en esos pendones refleja que es posible. Todas ponen y todas ganan. Vamos por ese sistema nacional de cuidado para hacer justicia a las mujeres “Por el derecho a cuidar, cuidarse, y ser cuidado: me comprometo a seguir visibilizando la economía del cuidado  y trabajar para hacer realidad un sistema nacional de cuidados  que promueva la justicia de género”.

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