Carta abierta a Antanas Mockus tras su renuncia al Partido Verde

Apreciado Antanas:

El día nueve de los corrientes, y tras una larga deliberación al interior de la Dirección Nacional en torno al tema de las alianzas con miras a las elecciones regionales, y en particular a la Alcaldía de Bogotá, tomó usted la determinación de renunciar al Partido Verde, movimiento político a cuyo surgimiento contribuyó de manera tan significativa, y del cual ha sido su vocero más caracterizado y su primer candidato presidencial. Su decisión, que yo lamento sinceramente aunque comprendo bien sus razones, y la invitación que nos hiciera a mi colega en el Congreso John Sudarsky, y a mí, para que permaneciéramos en el Partido y lideráramos una corriente disidente y minoritaria al interior de su Dirección Nacional, me han puesto en una situación que nunca anticipé: la de continuar haciendo política activa dentro de un proyecto que no cuenta hoy con su aliento y orientación. Esta situación tiene grandes implicaciones, no solo en el ámbito político sino en el personal, para alguien como yo que lo conozco de tiempo atrás, y que he tenido la oportunidad de acompañarlo en distintos momentos de su trayectoria como respetado gobernante, académico y líder de nuestra sociedad.

Me precio de haber trabajado muchos años en la academia. Y fue a través precisamente de la academia, y en el seno del grupo que alentaba nuestro querido viejo Carlo Federici, maestro de maestros, infatigable pedagogo, como vinimos a encontrarnos en medio de los interminables debates que nos alentaban a salir de nuestra torre de marfil para adentrarnos profundamente, y comprometernos con la transformación de una sociedad como la nuestra que adolece de tantos males, siendo quizás el de la apropiación privada de lo público, el debilitamiento del ejercicio de la ciudadanía plena, y el respeto por la vida los más graves de entre ellos.

Mi labor dentro de la Fundación Restrepo Barco estuvo siempre impregnada de esas inquietudes, las mismas que lo llevaron a lanzar su primera candidatura a la Alcaldía de Bogotá. Fue en su segunda administración me invitó a acompañarlo desde la dirección del entonces Departamento Administrativo de Bienestar Social, hoy Secretaría Distrital de Integración Social. Sin duda, constituye uno de mis grandes orgullos el haber hecho parte de una administración que reafirmó, en el discurso y en la práctica, una serie de principios políticos y administrativos que en la Colombia de hoy mantienen toda su vigencia: Construir sobre lo construido; el carácter sagrado de los recursos públicos; defensa de la ética y la moralidad administrativa; la transparencia en las relaciones entre Gobierno y Concejo, y entre aquél y los órganos de control tanto fiscal como disciplinario. Una verdadera revolución, silenciosa y pacífica, pero no por ello de menores proyecciones ni alcances.

Aún recuerdo las horas que pasamos, tanto en su despacho como en el territorio, buscando la manera de hacer realidad el reconocimiento pleno de los derechos de l@s ciudadan@s más vulnerables de nuestra sociedad: los habitantes de calle; los niños, niñas y adolescentes en situación de abandono, de maltrato o víctimas de abuso; las mujeres víctimas de la violencia intrafamiliar; las miles de familias que llegaban a Bogotá en situación de desplazamiento. Como resultado de ese trabajo, Colombia contó por primera vez con una política pública de inclusión social, que habría de servir de guía a las administraciones venideras. Y más allá de mis propias responsabilidades, recuerdo con gratitud los enormes aprendizajes en compañía de colegas tan apreciados como Liliana Caballero, Carmenza Saldías, Rocío Londoño, María Isabel Patiño, José Fernando Cardona, Israel Fainboim en fin, una larga lista que no pretendo hacer exhaustiva por el temor de extenderme y omitir involuntariamente algún nombre.

Muchos de sus antiguos colaboradores aprendimos bajo su orientación la importancia de la política entendida como un ejercicio para crear oportunidades de crecimiento, de libertad, de autoafirmación para todos y todas. Aprendimos que para convencer con argumentos era necesario estar dispuestos a dejarnos convencer por aquéllos que resultaran ser más claros y pertinentes. Aprendimos que la ciudadanía, cuando se une en un proyecto colectivo, es capaz de defender sin armas su seguridad y bienestar frente a quienes la amenazan desde posiciones de simple fortaleza militar. Gracias, Antanas, por tantas y tan valiosas lecciones. Por haber propiciado, como lo dijo un muchacho rebelde de Ciudad Bolívar en medio de un acto de la pasada campaña electoral, que podamos sacar lo mejor de nosotros y de nosotras mism@s y ponerlo al servicio de un proyecto colectivo.

La pasada campaña presidencial constituyó una magnífica oportunidad para llevar a cabo esa tarea de pedagogía ciudadana y democrática que constituye la esencia de su liderazgo político. Nuestras propuestas tuvieron gran acogida entre los ciudadanos y ciudadanas porque estaban respaldadas por demostraciones claras de que la transformación cultural que buscamos es posible.

 Nuestra campaña, basada en la argumentación, en la comunicación apreciativa y en el rechazo radical a las formas tradicionales, y corruptas, de ejercicio político, se convirtió en el polo de atracción de jóvenes, y de otros sectores que compartieron con nosotros la urgencia de afianzar una cultura de la legalidad como base insustituible del crecimiento económico con equidad social. Un fenómeno político sin antecedentes en la historia política reciente recorrió el país de extremo a extremo y produjo cambios no solo en el transcurrir de la contienda, sino en el ejercicio mismo del gobierno que ha hecho suyos muchos de nuestros postulados y propuestas.

A comienzos del presente año, y cuando ya se insinuaba la posibilidad de una alianza electoral del Partido Verde con el ex presidente Álvaro Uribe y su Partido, le hicimos llegar una comunicación en la que le recordábamos su responsabilidad de contribuir al proceso de elección de las autoridades que habrán de regir los destinos de la ciudad en un momento crítico de su historia. Al invitarlo a poner su nombre a consideración del electorado, poníamos de presente que su participación en el proceso electoral que se avecina sería prenda de garantía de que los principios de nuestro Partido en relación con el respeto a la Vida, la protección de nuestra riqueza ambiental y la pulcritud en el manejo de los recursos públicos no sólo se mantengan como expresión formal, sino que se conviertan en una realidad política que se encarne en la vida de la ciudad, de su administración y de sus gentes. 

Estoy convencida que, más allá de los evidentes problemas que aquejan a nuestra ciudad en materia de seguridad y de movilidad, para mencionar solo aquellos que son señalados de manera más frecuente por los ciudadanos y ciudadanas, el problema más grave que afronta nuestra Bogotá está en la falta de confianza de los ciudadanos y ciudadanas en sus autoridades, situación nacida de los escándalos que han marcado el curso de la actual administración y que restan visibilidad a los logros que haya podido tener en algunos de los campos mencionados.

Para superar este grave estado de cosas, la corrupción de los funcionarios públicos tiene que ser una conducta que produce el más hondo rechazo social. La indebida apropiación de los recursos aportados por todos y dirigidos a atender las necesidades de todos, y prioritariamente de aquellos más vulnerables social y económicamente, debe ser rechazada con una fuerza aún mayor de aquella con la que se rechaza, se denuncia y se castiga la apropiación indebida de los bienes de los particulares. 

En ese momento, sus reflexiones lo llevaron a dejar de lado una posible candidatura suya a la Alcaldía de nuestra ciudad, y en su lugar asumió usted la tarea, en la cual lo acompañamos con total convicción, de tratar de convencer a nuestros colegas en la Dirección Nacional de evitar entrar en alianzas políticas con sectores que han incurrido en prácticas que son absolutamente incompatibles con los principios y prioridades del Partido Verde.

Dijimos entonces con total claridad, y lo reitero ahora, que Alvaro Uribe, y el “Uribismo” no tienen nada que ofrecerle a Bogotá. Y que lo que correspondía era adelantar una campaña que convocara a la ciudadanía, incluyendo aquella que por distintas razones apoyó con su voto al hoy ex presidente, pero bajo un liderazgo claro de un Partido que tiene como sello distintivo una radical ruptura en relación con las prácticas políticas tradicionales que tanto daño le han causado a nuestra sociedad.

Lamentablemente, consideraciones de orden puramente electoral hicieron que nuestra propuesta no fuera acogida por la mayoría de miembros de la Dirección Nacional del Partido. En ausencia de mecanismos que hagan posible una consulta a las bases de nuestro movimiento, y estando pendiente la institucionalización de nuestro Partido a través de la convocatoria amplia y democrática de un Congreso que siente las bases de su funcionamiento a nivel nacional, regional y municipal, la decisión de la mayoría se convierte en obligatoria y ha precipitado su retiro, al igual que el de nuestros queridos colegas Liliana Caballero y Juan Carlos Flórez.

Por fortuna para quienes estamos comprometidos con el propósito de abrir nuevos caminos a la acción política, esa misma Dirección Nacional que rechazó nuestras propuestas nos reconoció el pleno derecho a ejercer nuestro disenso, respetando claro está los estatutos del Partido. Nos corresponderá entonces a John Sudarsky y a mí, en nuestra condición de representantes del movimiento visionario del Partido, seguir luchando por retomar el rumbo que hizo posible que la nuestra se convirtiera, en el transcurso de unos pocos meses, en la colectividad política más votada, por encima de los tradicionales y centenarios Partidos tradicionales.

Caminaremos entonces por sendas diferentes, pero guiados por principios que compartimos íntegramente. Antanas, usted ha sido un líder social y político contundente en su discurso y consecuente en sus acciones. Merece toda mi confianza y mi respeto. También el de miles de ciudadanos y ciudadanas que reconocen y admiran su liderazgo. Sepa entonces que en este momento no está usted solo, aunque así lo sienta en esas horas largas de reflexión que marcan los días que transcurren. Reciba de mi parte un fuerte abrazo. Espero que la vida, con sus pies más libres lo lleve por la senda de su deseo!!

 

Con todo mi cariño

Ángela Robledo Gómez

Ciudadana en formación

Leave a Reply