La Paz tenemos que hacerla entre nosotros, a nuestra manera…

Intervención de la Representante Angela Robledo durante el inicio de la segunda ronda de las mesas regionales de Paz:

Tengo hoy el honor de darles la bienvenida al Congreso de la República que inicia la segunda ronda de las mesas regionales para contribuir al fin del conflicto y que pretende seguir profundizando en propuestas para construir Paz, tarea que nos corresponde sin duda a cada colombiana y colombiano que habita este adolorido y al mismo tiempo vital  país. 

Gracias por haber compartido esta mañana en nuestra sesión de “acogida”, sus anhelos, inquietudes, dolores , y su fuerza para enfrentar   este nuevo intento  que se genera, para buscar una salida negociada a esta guerra que se libra  entre hermanos y hermanas colombianas. Quisiera de verdad poder abrazar cada una y cada uno de ustedes quienes  se movilizaron desde distintos lugares y en un gesto de profunda significación han traido ese objeto liberador como una manera de dar un testimonio de su dolor, pero también de su resistencia.  

Queremos que sus  testimonios y estos objetos cargados de simbolismo lleguen a la Mesa de Diálogo en La Habana, para que de ahora en adelante, estén presentes allí, en la salón de deliberaciones, para que les recuerden todos los días a los negociadores del Gobierno y de las Farc que su compromiso histórico con Colombia es firmar la agenda para la finalización del conflicto. Un compromiso que debe cumplirse  pronto, para poder continuar con la tercera fase que implicarán años de trabajo en la ruta de la paz y la reconciliación. 

Tuve la oportunidad de recorrer la Colombia profunda y olvidada a propósito de las nueve mesas que trabajamos las Comisiones de Paz del Congreso con el apoyo de las Naciones Unidas durante el 2012 y conozco del interés de todas las 2.990 personas que participaron en esas mesas regionales, sus luchas, sus temores, sus avances y por supuesto sus propuestas para la Paz que van más allá del fin del conflicto, del silencio de los fusiles.

Sabemos de su activismo y de la importancia de su presencia como un testimonio que nos convoca como bien lo dice Veena Das para poder nombrar las violencias, hacer y acompañar el duelo y establecer una relación con nosotros quienes escuchamos y podemos entender y conocer la magnitud y la degradación también de la guerra que nos ocupa. Por eso las víctimas del conflicto colombiano denuncian, narran, señalan los fines macabros de la guerra, pero también nos muestran su valor, su determinación y su resistencia para el agenciamiento de su dignidad. Aquí las víctimas pasan de ser agentes de dolor a sujetos de dignidad y de acción, y esa es la diferencia que queremos recalcar hoy.

Ustedes  han soportado  el dolor, el desplazamiento, el despojo, el secuestro, las desapariciones, el reclutamiento de niñas y niños, las torturas, la violencia sexual, el genocidio, las ejecuciones extrajudiciales. Ustedes,   serán quienes nos  ofrezcan    claves fundamentales para la paz porque han vivido en carne propia lo que significa el odio, la militarización de la vida cotidiana, la indiferencia,  la  ausencia del Estado en muchas de sus regiones. 

Nuestro imperativo hoy es el  de hacer la  política sin violencia y buscar una  paz con justicia social, una paz no como meta, sino como criterio actuante, como línea de acción para regular medios y fines. Será necesario  para salir de esta guerra y construir la reconciliación, pasar de la  ética de mínimos a una ética de máximos como son: la búsqueda de la verdad y la capacidad para  perdonar;  priorizar la memoria histórica  de las víctimas y no la de los guerreros, como un camino para la elaboración del duelo  y la transformación del dolor en  acciones  políticas; el paso del dolor egoísta, narciso  a “co-dividirlo”   para  reconocernos en nuestra humanidad frágil, temerosa. 

Muchos de ustedes  han vivido en territorios donde en ocasiones, el orden y la seguridad  fueron  impuestos desde la violencia. Un orden que impuesto de esta forma, aumenta nuestra  vulnerabilidad como seres humanos. Vulnerabilidad que se exacerba bajo condiciones sociales y políticas, especialmente cuando la violencia es una forma de vida y los medios para defendernos están limitados. ( Vida Precaria,  Butler, J. Pag 55)   Y sin embargo ustedes  han resistido, han reconocido esta vulnerabilidad humana y en lugar de armarse para la venganza y la guerra, han transitado hacia  la búsqueda de las soluciones pacíficas.  Ustedes se han negado a  transformarse  de víctimas a  victimarios, por ello son la expresión de esa ética de máximos que en ocasiones nos permite ir más allá de nuestras capacidades humanas. La salida la encontraremos no sólo en las leyes, en el ámbito jurídico, la salida está en las utopías que podamos construir como lo dice el profesor Iván Orozco, utopía que en ocasiones opera como productora de perdón y olvido. La salida  también está   en nuestros mitos y relatos fundacionales como grandes articuladores de la memoria,  también  en una educación para la sensibilidad y la capacidad de sentir con el Otro, y  en un país que garantice una vida con dignidad para todos sus habitantes. 

Sé que para muchos de nosotros y nosotras que vivimos en la comodidad de las ciudades es muy fácil oponerse a una salida política a este conflicto porque a sus casas no llegan los distintos guerreros a reclamar atenciones  y provisiones, a llevarse a sus niños y muchachos para la guerra, a violar a las mujeres, a matar a los hombres porque sospechan  que pueden “ayudar” a los del otro bando, a bombardear las escuelas y a enfrentarse a sangre y fuego por las rutas del narcotráfico y el control del territorio.  Nosotros no tenemos que dormir con el terror de pensar en quién vendrá esta noche y derrumbará  la puerta a patadas para violentar nuestra vida y nuestra intimidad, para despojarnos de nuestra tierra y nuestros paisajes…

Hemos vivido por cerca de una década en la paranoia infinita que muestra la guerra contra el terrorismo como una guerra que no tiene fin y enfrenta  a los enemigos como espectros, seres suspendidos entre la vida y la muerte  , seres irreales cuyas muertes nutren la necesidad de una guerra por siempre. Esos espectros son nuestros hermanos y hermanas, comparten nuestra humanidad, ahí radica una de las condiciones de no repetición para las víctimas actuales y las víctimas  por venir.

Todo el país tiene que conocer y aprender de sus expriencias como víctimas, no para lamentarnos, sino para tener la certeza de que los horrores que Ustedes han vivido para decir, NUNCA MAS. Tenemos que ser capaces como dice Antanas Mockus de sacar lo mejor de cada una y cada uno de  nosotros, de adelantar esta tarea colectiva, llena de incertidumbres y complejidad,  en nuestra  búsqueda de la tan anhelada Paz para Colombia.

¡Gracias de nuevo por estar aquí y llenar este Congreso de la República con sus anhelos de paz !  

ANGELA ROBLEDO

INICIO SEGUNDA RONDA MESAS REGIONALES DE PAZ

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